Pelonerofobia
Quisiera hacer un comentario sobre la decisión de Martín Torrijos de no asistir al debate programado para mañana, aludiendo que se han cambiado las reglas del juego y que los adversarios sólo van a atacarlo.
En mi opinión, Martín ha desaprovechado una oportunidad de oro para demostrar que yerran los que dicen que él no conoce sus propias propuestas de gobierno, que carece de liderazgo y que le falta el carisma que necesita un presidente. Una participación lúcida, valiente y con contenido en el debate hubiera sido la mejor propaganda para su elección. Al decidir declinar la oportunidad de participar en el debate, ¿no está acaso demostrando que sus críticos han puesto el dedo en la llaga?
Alguien debiera regalarle a Martín un diccionario, para que busque el significado de las palabras "debatir" y "adversario", y pueda reevaluar sus expectativas. ¿Acaso esperaba que en el debate los otros candidatos lo recibiesen con aplausos y le lanzasen rosas? Si ése es el próximo presidente de Panamá, que Dios nos ampare. Para llevar el timón de un país hace falta determinación para enfrentarse a escenarios donde las reglas cambian rápidamente (porque el mundo mismo cambia), donde junto a los amigos también hay adversarios dispuestos a criticar con firmeza y a hostigar al gobernante para que enderece lo que esté torcido.
Un debate presidencial no es nada comparado con las dificultades y sinsabores de la Presidencia misma. Si Martín piensa que ésta última es una especie de jardín de la infancia donde todos son cordiales y donde nadie critica cáusticamente al presidente, no sabe en lo que se está metiendo.
Roberto Pérez-Franco
19/Abr/2004
Este artículo fue publicado en la sección "Cartas del lector" del diario La Prensa el 26 de abril de 2004, bajo el título "El debate que no se dio".