Velorio de Jesús
al Padre Conde
Velorio de Jesús en la placita, junto a la estatua de Rufina Alfaro...
En tienda hecha de varas y de pencas, se encuentra el Nazareno meditando.
Dice la Biblia que la noche triste pasó el santo cordero agonizando
hablando con su Padre, pide fuerzas, sabiéndose por nos crucificado.
Esa noche de angustias veló a solas, negligencia que no nos perdonamos.
Purgamos esta culpa con velarlo, arroparlo de púrpura y dorado,
rodearlo de adorantes y de velas, con flores y con joyas coronarlo.
Velamos junto a ti, Señor, y hacemos lo que no hicimos hace dos mil años:
esperar con los ojos bien abiertos a que el Hijo del Hombre sea entregado
a la pasión rebelde de las masas que quisieron del santo hacer soldado,
para romper cadenas por la fuerza, grito judío contra el clarín romano,
sin entender que el Reino de los Cielos trasciende las patrias de los humanos.
Miro tu efigie, con estampa seria, y pienso si el yeso habrá capturado
el gesto de ansiedad que en esa huerta en tu rostro se viera dibujado
al ver que todos duermen, y la luna es la única que el ruego ha presenciado.
Miro luego a los niños de mi pueblo, vestidos hoy de limpio en este rancho,
tomando té de yerba, pan con queso, sentados en la alfombra, jugueteando.
¿Habrán estos niñitos comprendido el mensaje de luz que ha regalado
el profeta de paz de Galilea, con corazón de niño y voz de santo?
¿Sabrán las viejas grises, las beatas, mientras llevan las cuentas del rosario,
que es noticia de amor y no de miedo la que nos trajo el maestro solitario,
que la muerte no es el fin de la vida, y que su mandamiento es solo amarnos?
Escucho entre el murmullo de los rezos el llanto del lejano campanario,
¡campanas libertarias —vida y muerte—, campanas del templo San Atanasio!
Con su voz de metal, llaman al pueblo a velar con Jesús, fiel a su lado
en el rancho de varas y de pencas, rebaño arrepentido, congregado.
¡Velorio de Jesús, Semana Santa! Recuerdos de la infancia, del pasado...
Roberto Pérez-Franco
09/Feb/08