Al Viejo Franco
Y pensar que tal vez él tambien miró estos cerros,
con sus ancas de musgo y cicatrices de tosca,
y soñar que - tal vez - al caminar este valle,
se llenó con las nubes que acarician sus cumbres
No supuso, o eso creo, que siglo y años más tarde
su semilla transformada regresaría a la arcana tierra
a untarse de sus lodos, en la sombra de estos árboles,
y a beber nuevas aguas de los mismos viejos ríos
Abuelo de mi madre, padre de mi abuelo, Joaquín!
Viejo Franco, colombiano, que luego fuiste santeño,
doctor de otros montes con las mismas trampas verdes:
No soy extraño en tu cuna... en la tierra que te hizo
y te echó luego al exilio, a reunirte con tu tribu,
provocada por la herida de tu lengua, plata y fuego!
Me reconozco en tus rebeldes ataques a destiempo,
en el discurso agitado, el destierro y el navío
que rompe olas gigantes de azul y encaje altivo,
y en tu oda desafiando a los dioses del Caribe
Me distingo en ti, mi Viejo, aunque no te ví nunca:
en el viento oigo tu voz, siento tu aliento, y pujo tus ansias
de libertad y de retos, de soledad y de calma...
Roberto Pérez-Franco
Bogota, 21/Jul/11