Incendio en el Pabellón de Menores
a Melquíades Villarreal Castillo
Ven y mírame a la cara
y dime
que no te duele
aunque sea un grano
el alma
al oír los gritos sin rostro
y saber la carne
mordida viva en cenizas
por el fuego
Ven y dime que esta patria
tuya, mía, no le falló
a estos sus hijos rotos,
que no hay pecado
en que ahora sea sorda
a los llantos del desamparado,
en que le diga a la madre
que el hijo merecía
morir quemado
Ven y dímelo con esa boca
que implorará luego ayuda
al cielo, con esos labios
que besan a tus hijos
y les hablan de moral y bien,
y luego díselo
al que aún no ha muerto,
que aún siente el ardor
de la llama rasgándole la vida,
al que respiró fuego, y pidió
ayuda a oídos sordos
Y luego dime que eres
panameño...
¿qué eres?
si no te quema el alma
el dolor de un menor ardiendo
en esta hoguera de desidia
y podredumbre inhumana
(Yo te diré que no hay nadie
en esta tierra nuestra
que merezca este castigo).
Roberto Pérez-Franco
Enero 2011