La tumba vacía


En la caverna estaban los osuarios,
perdidos en las colinas del tiempo,
Los santos nombres en roca tallados,
quietos los huesos nobles en encierro.
Con anillo y galón ornamentaron
la puerta de la tumba que escogieron,
discípulos que luego lo grabaron
en la cercana tumba de San Pedro,
los mismos que murieron recordando,
mientras los vivos la ruta perdieron.

La tumba de Talpiot ha confirmado
lo que Qumran y Hammadi sugirieron,
mas el rebaño ciego lo ha ignorado:
prefieren no mutar lo que creyeron.
El mito del Jesús resucitado
trocar por la verdad ya no pudieron
las criptas de un Yeshúa enamorado,
de Mariamene e Mara y su heredero
Yehuda, de María y tres hermanos,
Ya'akov, Matia y Yose, en el entierro.

San Judas Iscariote es insultado
por los que no comprenden su tormento:
el ver a su rabbí crucificado
tras cumplir la misión dándole un beso.
Traición no es el hacer lo que es mandado;
perfidia es desvirtuar lo verdadero,
como hiciera el mitómano de Tarso,
y el pescador de hombres Simón Pedro,
negando a Magdalena y a Santiago
su primacía santa de maestros.

Lo que sobre esa piedra fue fundado
prisión de hombres es, que no algo eterno:
el llanto de los niños abusados,
la hoguera que quemó a miles por miedo,
el dogma de cerebros asfixiados,
la mitra del papado principesco
que parceló el planeta en su reinado,
espada más que cruz, de sangre y fuego,
jerarcas de poder intoxicados,
antípodas del noble Nazareno.

Sólo ve la verdad quien, liberado,
abre los ojos y la busca, atento,
en el mundo tangible, entre los astros,
los niños harapientos y el silencio;
quien sabe que ningún texto sagrado
ordena suprimir el pensamiento;
quien duda del rigor del Vaticano
y distingue el buen vino del veneno;
quien ve tras el Jesús resucitado,
la historia de Yeshúa bar Yusef muerto.

Dadme sólo las reglas que ha enseñado
a los pobres del mundo el Galileo,
las máximas que Kant ha predicado,
de Spinoza la ética sin tiempo,
lo que Socrátes busca y no ha encontrado,
y la moral sin dogmas de Ingenieros.
Dejadme así vivir como he soñado,
guiando la razón al sentimiento,
de vida el corazón enamorado,
en búsqueda ardiendo el entendimiento,

Roberto Pérez-Franco
15/Jul/07