Lobo
A Mónica
Quisiera creer que mi alma es un lobo
y que, cuando muera este cuerpo mío,
en él volvería, olvidando todo
en un bosque helado, un reino del frío.
Abrirá sus ojos, lentejas de plata,
y su madre loba lamerá el pelaje.
En polvo de nácar se hundirán sus patas,
vapor en su hocico, anunciando el viaje.
Sus pequeñas huellas, sus encías suaves,
con duros inviernos se volverán grandes,
filosos colmillos, y firme la carne,
el abrigo airado, brioso, indomable.
¡Corre por la nieve, cual luz, sin cadenas!
Vive, que eres vida... hoy nadie es tu dueño.
Libre en el olvido, bella luna llena,
lobo, bestia hermosa, animal de sueño.
Bajo altos pinos, sobre el manto blanco
de la nieve fresca que cayó en la noche,
mi lobo se esconde: algo está asechando,
un venado altivo, que hondo miedo esconde.
La presa se asusta, le doy cacería.
La batalla es fiera, la gana el más fuerte.
Mi alma no se acuerda de cuando era mía:
vestido en el lobo, no temo a la muerte.
Roberto Pérez-Franco
30-Ene-2007