Soneto del hombre casado

Si a mi lado, bella, tú no estuvieses
tendría esa libertad de mi pasado
de amar a otras mujeres (cuantas veces
amanecer con ellas a mi lado).

Mas esa libertad es un exilio,
y es falsa su premisa libertaria.
Amar así no es tal, es espejismo:
me trueca gozo a cambio de mi alma.

Contigo a mí me basta, bella mía,
pues no quiero otro cuerpo ni otros besos,
y me sobra placer entre tus labios.

¡Y no me importa más, por propia hombría!
Que como quieran vivan los solteros,
pues los hombres casados son más sabios.

Roberto Pérez-Franco
10/Ago/2004