Dime
Dios,
Padre mío,
¡dime que soy amor!
Susúrralo en mi oído,
y déjamelo saber
Dime que soy amor puro,
pura luz, pura energía,
que soy fuego de tu fuego,
carne de tu carne,
hijo de tu anhelo de volver a unirte contigo mismo,
pedazo inmortal de tu inmortalidad
¡Dímelo, Señor,
para vivir alegre
y morir en paz!
Roberto Pérez-Franco
13/Sep/1998