holocausto
Nació en el paraíso, bañada por el rocío, acariciada por la tibieza del sol que se cuela entre los pinos, y por la brisa del norte.
Creció en la primavera eterna de las tierras altas, bañada por riachuelos y envuelta en el manto de los musgos.
Abrió sus pétalos al beso del día y los llenó de color, a imagen del paisaje exótico que la rodeaba. Y así, abierta al beso, llena de vida, aguardó.
Y llegó el hombre con el hierro frío a cortar su tallo. Ahora su vida, esa que es corta y bella como un poema de amor, será aún más corta, pero también más bella.
Ella morirá entre tus manos, pues las mías la arrebataron a la tierra para ofrendártela como un regalo: un regalo a una mujer hermosa, de un hombre apasionado por las mujeres que aman la vida.
Mi vida es corta también, como la de una rosa, y te la ofrezco como te ofrezco la rosa. No rechaces la rosa que te ofrezco.
Roberto Pérez-Franco