no me canso de amarte

No me canso de amarte.
Mil veces te consumo en el fuego de mis manos,
y cada vez renaces tú al contacto de mi cuerpo,
ardiente, inevadible, irresistible.

Tu cabello largo, de mujer, que se escurre entre mis dedos.
Tu rostro tibio que irradia no sé qué dulce calidez interior.
Tus párpados cerrados.
Tu boca de miel, tibia y mojada, que se funde con la mía,
dejando escapar suspiros furtivos.
Tus senos blandos, tersos, refugio de mis labios.
Tus caderas anchas, moldeadas por mis manos.
Tu cintura, ancla de mi cuerpo.
Tus piernas robustas, laberinto de mis noches.

Toda pasión, toda delirio, armonioso milagro de amor.
Embriagante... leona y cordero a la vez.

Pareces no atender al alcance de tus maravillas,
pues sabes con certeza que me rinden a tus pies sin ningún esfuerzo.

Y yo no me resisto ante tu trampa, ni me alejo de ella.
No te suelto ni un segundo, porque me apasionas, mujer, me enloqueces.

Roberto Pérez-Franco