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Esta mañana he visto el manto brillante del rocío que la madrugada esparció silenciosamente sobre la hierba esmeralda. Su deslumbrante quietud no me llenó, pues tú faltabas.

Esta tarde he visto al sol esparcir su fuego en ráfagas de nubes encendidas. Su luz agonizante no encendió mi corazón, pues el tuyo no latía a mi lado.

Esta noche he visto la luna deshacerse en rayos de nácar detrás de las nubes errantes. Su melancolía no llegó al fondo de mi alma, pues no estabas a mi lado para consolarme.

Mi vida es bella, pero es vacía. Me siento incompleto. Vivo como una gaviota, libre, sin ataduras, soberano de un cielo sin límites... pero anhelo verte volar junto a mí.

¿Será que algún día compartirás conmigo el perfume del rocío sobre la hierba, el espectáculo del sol fugitivo y la luna de coral tras la bruma gris?

Dime que sí, mi bella estrella... y ven conmigo. Ven a compartir mi dicha. Ven a degustar mi tristeza. Ven a disfrutar mi placer. Ven a consolar mi dolor. Ven a luchar junto a mí, para construir un mundo nuevo. Ven y persigamos mis sueños, tus anhelos. Ven, y vivamos, bella mía... pues la vida es corta y se agota a cada segundo.

Roberto Pérez-Franco