Prólogo del libro 'Vivencias y poemas',
de Doña Raquel Muñoz de Franco
Hay algunos escritos que cuando se leen, producen en el corazón la sensación de que fueron escritos con asistencia divina. Cito como ejemplo los profundos textos bíblicos del Nuevo y Viejo Testamento, tan maravillosos que la tercera parte de la humanidad les adjudica autoría divina, pues consideran que ninguna persona, ni siquiera un artista de la pluma, pudo ser capaz de haberlos escrito por su propia cuenta. Cito también como ejemplo la obra del libanés Khalil Gibrán, a mi entender el poeta más grande de todos los tiempos, en cuya obra la voz de una Sabiduría superior habla a través de un hombre sencillo y sensible a la belleza. La lista de escritos inspirados incluye obras de todas las razas, todos los tiempos, todas las lenguas y todos los credos. El denominador común en este asunto es que en estas obras la Inspiración divina es, sin excepción, el Viento que impulsa las velas y hace navegar la creatividad de los escritores. Así, al leer estos textos magníficos, de forma poética y fondo profético, se tiene la certeza de que la Mano divina movió a la humana mientras sostenía la pluma, para traernos al resto de esa humanidad algún mensaje importante o alguna enseñanza trascendental.
Fue esa sensación de estar leyendo una Revelación, lo que muchos de los poemas de esta obra produjeron en mí, en especial los poemas centrados en la Naturaleza y la Ecología.
Para nosotros, los que amamos a Doña Raquel, todo el libro es mágico y lleno de significado. Pero sin duda alguna, desde la perspectiva de un lector sin vínculos emocionales con la autora, el mayor mérito que tienen estos escritos es el impresionante espíritu profético de sus enseñanzas y advertencias ecológicas, ¡algunas escritas hace más de cuarenta años! A lo largo de estos poemas dedicados a la Naturaleza, se encuentran infinidad de sabios avisos de gran vigencia actual, tales como aquellos sobre la necesidad de conservar la Naturaleza como camino para proteger y sustentar la Vida, sobre el balance de las especies, sobre no destruir los bosques y reforestar las zonas afectadas, y sobre Amar la Naturaleza como filosofía última y liberadora.
Esta riqueza de conocimientos anticipados le otorga al libro un aura profética, dejando a nuestra razón dos posibles opciones: o la autora posee una extraordinaria intuición que le permitió adelantarse un tercio de siglo a la Revolución Ecológica que vivimos hoy, o algún soplo de Inspiración divina impulsaba las velas de su creatividad al momento de escribir los poemas de esta colección.
Este libro, aparte de recoger las vivencias y los poemas de la autora, productos de una vida esforzada y provechosa, logra de paso describirnos el paulatino desarrollo del Valle de Tonosí, desde cuando era un paraíso cerrado por selvas tupidas y peligrosas, hasta hoy día, cuando las carreteras lo atraviesan a lo largo y ancho de su extensión. Y nos cuenta la manera en que este desarrollo de las vías de comunicación, produjo paralelamente el progreso económico de los poblados, y la consecuente destrucción de las riquezas naturales circundantes.
La obra se divide en tres partes. La primera parte incluye una Reseña Histórica y Geográfica del Valle de Tonosí, seguida de un conciso y muy interesante resumen de las actividades que llevaron a cabo en Tonosí la autora, Doña Raquel Muñoz de Franco, y su esposo, el Dr. Joaquín Pablo Franco Sayas. En ella se prepara al lector para comprender el espíritu y la razón de los poemas de la segunda parte del libro. Los poemas han sido clasificados según su tema, en cuatro grupos, para el mejor desenvolvimiento temático de la colección. La tercera y última parte del libro comprende algunos anexos que dan forma definitiva a la obra, presentando información interesante sobre los poemas, la autora y su ambiente.
Es curioso que, siendo la autora nacida en Chile, haya llegado a Amar nuestro suelo panameño, a apreciarlo y cuidarlo, mucho más intensamente que la mayoría de los panameños. Ella, deslumbrada ante la exuberancia del Trópico, se enamora de nuestra fauna y flora, y llega a sentirse plenamente panameña, como nos lo revela el siguiente fragmento de su poema:
Reforestemos nuestros campos y montañas,
si a nuestra Patria queremos ayudar.
Así, al percibir cómo la Tierra va muriendo lentamente, golpeada por el hombre, decide convertirse en una protectora de la Naturaleza, sembrando nuevos bosques y aconsejando a sus contemporáneos sobre cómo conservar los recursos naturales.
Nos dice Enrique Grau: "La obra de un artista es una especie de diario; ahí se va reflejando toda su vida". Esto es especialmente cierto en el caso de Vivencias y Poemas. Cada paso importante, cada etapa de crecimiento en la vida de la autora, se refleja en un poema. Su despertar ante la naturaleza de nuestro país, su creciente amor hacia la Tierra, su primera nieta, su admiración por la pollera, su recuperación de un tumor cancerígeno, la trágica muerte de un ser querido... en fin, todo aquello que influyó en su manera de pensar y vivir, se refleja en estos poemas.
Haciendo un análisis de la colección, se descubren rasgos muy interesantes que ameritan ser mencionados por separado.
El más evidente y llamativo de ellos es que la autora identifica profundamente al Creador con lo Creado, y nos dice - con gran acierto - que Dios está presente en la Naturaleza que nos rodea, y que nunca lo encontraremos en un templo si no sabemos verlo primero en el esplendor de los bosques y selvas , en el germinar de una semilla, en el amor de una madre por su hijo, y en la Vida en sí. Por ello apreciamos una cierta semejanza, entre la filosofía planteada en esta obra y la filosofía Jainista, que predica el respeto a todas las formas de vida, por considerarlas tan valiosas como la vida del hombre.
Aún más interesante resulta descubrir que el poema ¡Dios está aquí!, escrito en 1980, contiene un planteamiento que concuerda a la perfección con el más reciente Modelo Científico que intenta explicar el origen de la Vida. Tomaré un verso del poema como ejemplo. El verso dice:
El Poder de Dios está en cada acto de la Naturaleza.
Está allí cuando la célula vegetal despierta
y la rica savia irrumpe y aparecen las yemas vegetales.
¡Es el milagro de la Vida!
Los hombres de ciencia no han logrado explicar aún el origen de la Vida usando el Modelo Evolutivo - por razones cuya exposición excede el propósito de este prólogo -, ni tampoco logran explicarlo con el Modelo Creacionista. Por esta razón, algunos de ellos (entre los cuales se cuentan directivos de la NASA) han planteado un nuevo Modelo Científico llamado Modelo del Creacionismo Evolutivo, que propone que la Vida en nuestro planeta ha surgido por voluntad y actuación de Dios (una Energía Inteligente Superior), que ha operado a través de la generación y evolución inteligente de los seres vivientes, desde los inicios de la Tierra hasta hoy. Este Método se ha comenzado a difundir públicamente esta década, por lo cual Doña Raquel Muñoz de Franco, al plantear claramente esta idea en su poema, se adelantó también, por más de una década, a este evento.
Podemos notar que los conocimientos científicos de la autora de Vivencias y Poemas, lejos de estorbar en su poesía, le ayudan a expresarla más claramente. Así lo pone en evidencia la siguiente frase, extraída del poema Vieja Tierra:
Enredada maraña de débiles saprófitas
sin piedad, la rica savia
a los imponentes gigantes succionan con avidez
Apreciamos como el término saprófitas, de uso casi exclusivo en el léxico Biológico, es incrustado en el verso, enriqueciendo la redacción y el colorido del poema.
Otro rasgo que se destaca en la obra es que Doña Raquel, profunda conocedora del quehacer campesino, exalta la valentía y el tesón del hombre que tumba el monte para sustentar a su familia, y a la vez aboga por la protección de estos montes. Y así es como debe ser, pues ¿cómo se puede culpar al hombre del campo por conseguir el pan diario en la única manera en que sabe hacerlo? Para instruir a estos hombres, los poemas contienen al final una enseñanza que les muestra la manera de aprovechar los recursos de la Tierra sin extinguirlos, regresándole todo aquello que nos da; por ejemplo, sembrando árboles nuevos que sustituyan a los que se cortan.
Los poemas no están construidos con rima y ritmo perfectos, porque ese no es el propósito. El propósito es llevar, a través de la voz de la escritora, un canto de exaltación de la vida que nos rodea, y un clamor de dolor por la Naturaleza herida. Es la voz de la Tierra pidiendo protección y respeto.
Antes de que el lector se adentre en la refrescante aventura de leer tan fascinante obra, es provechoso que tenga en cuenta las siguientes indicaciones sobre las letras mayúsculas y los significados metafóricos de algunas palabras.
Las letras mayúsculas personifican aquellas cosas que poseen fuerza o significación especial en el poema, consiguiendo darles una identidad propia, definida y humanizada. Esto le confiere al poema una magia especial, que nos recuerda un poco a la mitología de las civilizaciones romana, griega y escandinava, que de la misma manera conferían una personificación individual a objetos inanimados y fenómenos naturales, como el Rayo, la Montaña, el Día y la Noche. Personalmente, sugiero al lector que preste especial atención a aquellas palabras que aparecen en mayúsculas en los poemas, pues sin duda esconden un significado más profundo.
Separadamente - pero con igual intención -, aparte de las mayúsculas en palabras personificadas, existe un significado metafórico o vínculo metafórico entre ciertas palabras y conceptos no evidentes. Cito tres ejemplos, aunque existen muchísimos más que el lector encontrará a lo largo de la lectura de los poemas:
Las manos vienen a representar el modo de vida de la persona. Así, podemos hallar un tierno contraste entre el poema Mis Manos, en el cual la autora describe frontalmente el giro que causó en su manera de vivir, su encuentro con la campiña y con el trópico; y el poema Las Manitas de mis Nietos, en el cual especula sobre el futuro modo de vida de sus pequeños nietos, representando con las manos la ocupación o el talento particular de la persona.
La Vida viene a representar dos cosas: primeramente, representa al fenómeno biológico en sí, en todos sus aspectos (humano, animal y vegetal), y en todas sus fases (nacimiento, crecimiento, reproducción y muerte); y en segundo lugar, representa a la misteriosa y secreta Esencia que se esconde detrás de la generación de las manifestaciones físicas del fenómeno viviente.
La Tierra llega a representar, al menos cuatro conceptos: primero, el del aspecto femenino de la Naturaleza, (lo que la filosofía Oriental conoce como Ying, Madre que otorga y sustenta la vida, fertilizada por el Padre Yang, siendo éste el Sol o el mismo Dios); segundo, el del suelo cultivable que el hombre hace producir con su esfuerzo y Amor; tercero, el del cuerpo celeste que habitamos, sacado de su balance natural debido a la destrucción de la Naturaleza; y cuarto, el del último refugio de los cuerpos cansados, cobijo eterno, oscuro y tranquilo.
Hechos estos comentarios y aclaraciones, el lector está listo para saborear a plenitud esta colección de Vivencias y Poemas, apreciándola en su justo valor. Espero que la disfruten tanto como yo.
Roberto Pérez-Franco
Heroica Villa de Los Santos, 5 de septiembre de 1996.