El hijo
Se conocieron en una tarde de hierra. Ella observaba, cual reina, desde la barrera. Él lucía en su potro negro una montura de plata. Fue el campeón esa tarde. Se miraron a los ojos. Se gustaron. En la noche bailaron, bajo la luna de verano. Se enamoraron. Durmieron juntos. Ella quedó embarazada. Los padres de él la persuadieron para que abortara, por no frustrar los planes del chico de estudiar en el extranjero. Ella, con dolor, accedió por amor a él.
Un mes después, en su cumpleaños dieciocho, él y algunos amigos decidieron ir a la playa después de una fiesta. Ella no quiso ir. Él compró licor y pidió a los padres el auto, y cuando se rehusaron consiguió otro. Corriendo rumbo a la playa, el auto se volcó en la primera curva. Varios amigos sufrieron heridas; él, sin un rasguño, sufrió una dislocación del cuello y murió.
Al enterarse, los padres enloquecieron de dolor. Pidieron perdón por el aborto forzado. En las noches llaman a gritos al hijo muerto.
Roberto Pérez-Franco
1999