Compartiendo con impunidad

A continuación las respuestas que dio Roberto Pérez-Franco al cuestionario de Enrique Jaramillo Levi, para el anexo de la Antología "Tiempo al tiempo (1990-2006)".


1. ¿Cuándo y cómo tomas conciencia de tu afición por la escritura literaria?

Alrededor de los quince años, leí los cuentos del santeño Eustorgio Chong Ruiz. Su descripción del terruño resonó con mi experiencia de niño criado en el campo: el pueblo, las fiestas, el río, la gente. Sentí la necesidad, casi fisiológica, de intentar textos semejantes. Luego, encontrando otros maestros, comencé a experimentar con nuevas formas y temas. Todavía me encuentro en esa búsqueda, aprendiendo de los genios que admiro, intentando innovaciones por mi cuenta, fortaleciendo mi técnica y desarrollando mi voz propia.


2. En términos generales, ¿qué retos, estímulos o satisfacciones te ofrece la creación de cuentos?

El reto que enfrento es que el cuento, como un acto de magia, debe causar una sensación inesperada al final, a pesar de haber estado ante los ojos del lector todo el tiempo. El estímulo para escribir me lo da la vida misma: el impulso de compartir ideas o sensaciones con impunidad, a través de la ficción. La satisfacción me llega cuando releo el texto y le encuentro algún mérito, y luego cuando veo la acogida que da el lector a la historia que preparé de antemano.


3. ¿A qué cuentistas nacionales e internacionales admiras más, y por qué?

Advierto que he leído muy poco y que soy más dado a admirar cuentos específicos que cuentistas. Hasta ahora, el único escritor cuya obra completa en este género me parece impecable es Jorge Luis Borges. He encontrado al menos un cuento perfecto en las plumas panameñas de Rogelio Sinán, Pedro Rivera y Eustorgio Chong Ruiz; en las hispanoamericanas de Carpentier, "Clarín", Quiroga y Cortázar; y en las internacionales de Edgar Allan Poe, Nikolai Gogol, Heinrich Böll, Shirley Jackson, Cynthia Ozik, Ursula Le Guin, Raymond Carver, Louise Erdrich, y otros.


4. Se ha dicho que Panamá es tierra de cuentistas. ¿Cómo ves la producción nacional de buenos libros de cuento, en comparación con la de los demás géneros literarios?

Me abstengo de opinar sobre la producción nacional en géneros distintos a la ficción corta, porque no conozco lo suficiente. En el cuento, la clave de su pregunta es la frase "buenos libros". Mi opinión particular al respecto es más bien crítica y dura. Que en Panamá se publican muchos libros de cuento, más que en cualquier otro género, es un hecho estadístico innegable. Ahora bien: cuántos de estos libros incluyen buenos cuentos, es materia de discusión. En mi opinión, no muchos llenan los requisitos del género del cuento literario moderno; y entre éstos, pocos son realmente únicos y memorables.


5. Sin duda las definiciones en materia de arte y literatura tienden a ser inexactas e incluso arriesgadas. Pero, ¿podrías ensayar una definición de cuento artístico, a diferencia del cuento oral o de un simple relato, narración o anécdota?

Informalmente, lo defino como una prosa breve que gana por nocáut en el primer asalto. Como definición más formal, aunque imperfecta, aventuro la siguiente: el cuento literario moderno es una narración en prosa de extensión breve que se enfoca en una trama ficticia, que transmite una impresión consistente y que culmina en una revelación. Sobre el número de páginas, mi criterio es como sigue: entre 16 y 30 páginas es cuento largo, entre 7 y 15 es cuento estándar, entre 3 y 6 es cuento corto, entre 1 y 2 es minicuento, y de menos de 1 página es microcuento. En mi opinión personalísima, con más de 30 páginas no es cuento, y con menos de un párrafo tampoco.


6.a. A tu juicio, ¿qué le falta a la literatura panameña para ser más sólida y, por lo tanto, memorable?

Para ser memorable, el texto tiene que acercarse más a la perfección. Para esto, el texto tiene que ser más maduro: el fondo, más profundo; la forma, más pulida. El objetivo del escritor debe ser crear buena literatura, no el publicar a toda costa un libro antes de tiempo. (Me incluyo entre los aludidos.)


6.b. ¿Para ser mejor incentivada?

Creo que hace falta establecer en Panamá concursos de cuentos individuales, para complementar la oferta de concursos ya existentes de colecciones de cuentos. Ya existe un concurso para cuento breve de una página (Maga). Hacen falta ahora concursos de peso con premios atractivos y el incentivo de publicación para textos individuales de entre 3 y 6 páginas (cuento corto), y de entre 7 y 15 páginas (cuento estándar).


6.c. ¿Para ser más difundida dentro y fuera del país?

La difusión viene de la mano con la calidad. Hace falta más interacción con escritores y editoriales de otros países de Hispanoamérica, y la participación en concursos extranjeros. También hay que bajar los precios de los libros de cuento para que sean accesibles a mayor número de lectores.


6.d. ¿Para ser más estudiada y valorada?

Para que sea más estudiada, pienso que tiene que ser accesible económicamente a las masas, especialmente a los estudiantes de nuestro país. Ofrezco humildemente el siguiente modelo: los cuentos de mi primer libro, recomendado por el Ministerio de Educación para la secundaria, están disponible gratuitamente en mi sitio web, junto a todas mis obras publicadas.


7. ¿A qué hora sueles escribir, en qué sitio y bajo qué condiciones prefieres hacerlo?

Distingo tres etapas en la escritura de un cuento: concepción, parto y crianza. Cada una tiene su atmósfera y su momento. La semilla del cuento (ya sea una idea, anéctoda o sensación) me llega de pronto, cuando y donde quiera la musa. La trama y el desenlace los desarrollo primero en la mente, en momentos de ocio, y luego los pongo por escrito cuando se dé la conjunción de paz, silencio y ganas. La mañana suele ser propicia para escribir cuentos innovadores. En ocasiones he escrito un cuento de siete páginas de un tirón. Otras veces, los voy ensamblando por pedazos durante años. Pero, en ambos casos, es mi práctica actual el dedicar después suficiente tiempo a pulir el texto, a verificar la consistencia del tema y la precisión de la prosa. Nunca cometo el pecado de arrogancia de creerme capaz de producir un texto que quede listo a la primera.


8. ¿Cómo sabes que un cuento que escribes está terminado?

Aunque tengo mis dudas de si es posible terminar un cuento, yo uso la técnica del alfarero: no dejo de tornear el cuento hasta que me parezca redondo. Terminar mi cuarta colección fue muy demorado, pues incluye cuentos empezados hace doce años. El autor que empezó a escribirla no fue el mismo que la terminó: cambiaron mis preferencias de tema y mis parámetros de estilo. Ahora que aspiro a adquirir cierto dominio del género, soy mucho más exigente, y el proceso de pulimiento es brutal. Cuando recién termino de escribir un la primera versión de un cuento, lo releo unas cinco veces con la mano caliente, modificándolo hasta estar satisfecho. Luego lo dejo madurar por unos días y lo pulo de nuevo. Repito el proceso hasta que llega la hora de publicarlo. El corazón me dice cuándo está listo.


9. ¿Qué proyectos literarios tienes en el tintero?

Aparte de la interminable lista de cuentos pendientes, tengo algunos proyectos en otros campos. He empezado a concebir dos novelas cortas, pero antes de escribirlas voy a estudiar algunas obras maestras del género. Además, quiero explorar algo más la poesía, escribiendo versos en algunos esquemas rítmicos interesantes que he descubierto en textos de Edgar Allan Poe, Francisco Luis Bernárdez y Juan Ramón Jiménez.


10. ¿Cómo combinas la creación literaria con tu otro trabajo cotidiano y tu vida familiar?

Los combino muy poco y muy mal: hoy en día escribo casi exclusivamente cuando me encuentro "entre proyectos". Lo cual es frecuente, pues he cambiado de ocupación muchas veces en los últimos siete años. De estudiante universitario pasé a ingeniero; de ahí, a estudiar una maestría, y luego siguieron tres trabajos distintos; ahora regreso a la universidad para un doctorado por cinco años más. Siempre dejo unos cuantos meses entre que termino una ocupación y comienzo otra, y en estos frecuentes "impasse" retomo la pluma a ver qué sale. Pero cuando estoy ocupado, se me seca la tinta.


02/Mar/2006