Para mí, es el mundo

La entrevista que sigue fue realizada por Enrique Jaramillo Levi, via correo electrónico, para la Revista Maga.


Introducción de Enrique Jaramillo Levi

Si el tiempo no fuera a menudo un obstáculo para que las cosas del intelecto y del espíritu se afiancen o encuentren al menos ciertos nichos en donde depositarse y crecer, sin duda Roberto y yo nos hubiéramos reunido a conversar con más calma sobre los temas aquí tratados, mientras nos tomábamos una humeante taza de café o una cerveza bien fría. El afecto que nos relaciona es la de dos buenos amigos que, por razones de edad, bien podríamos ser padre e hijo. Respeto y admiro en Roberto su enorme sensibilidad y talento, su don de gentes y su generosidad. Sin duda llegará muy lejos en su carrera y como escritor.

Roberto Pérez-Franco nace en la ciudad de Chitré el 26 de abril de 1976. Tiene, por tanto, 30 años de edad. Pronto habrá publicado su cuarto libro de cuentos, Cenizas de ángel, con el que se hizo merecedor al Premio Nacional de Cuento "José María Sánchez" 2005 de la Universidad Tecnológica de Panamá. Aparece incluido en Hasta el sol de mañana (50 Cuentistas panameños nacidos a partir de 1949) (Panamá, 1998), Panamá cuenta. Cuentistas del Centenario 1851 – 2003) (Panamá, 2003), La minificción en Panamá. Breve antología del cuento breve en Panamá (Bogotá, 2003), Cuentos panameños. Antología de narrativa panameña contemporánea (Madrid, 2004) y Sueño compartido (Cuentistas panameños : 1892-2005) (2 tomos; Panamá, 2005), antologías elaboradas por mí.


1. Tienes tres libros de cuento publicados, ¿qué significa para ti el haber merecido el Premio Nacional de Cuento "José María Sánchez" 2005 al cumplirse el décimo aniversario de este certamen auspiciado por la UTP?

Significó para mí alivio, estímulo y esperanza. Alivio, porque tras publicar el cuento “Vida”, que es considerado por muchos como una temprana obra maestra, me vi amenazado por la posibilidad de estancarme en la sombra de este logro puntual, cual el burro flautista de la fábula de Iriarte. Estímulo, porque el reconocimiento implícito en el décimo Sánchez me ha permitido reaparecer con cierto donaire en el escenario de las letras, tras un lustro de ausencia a causa de mis estudios de Maestría. Y esperanza porque, aunque me dispongo a desaparecer por cinco años más para estudiar un Doctorado, sé que todavía tengo el potencial de llegar a ser un buen cuentista. Hasta ahora, mi mayor mérito no era ser un buen cuentista sino ser un cuentista joven. A medida que la gracia de la juventud se desgasta, es sano acumular méritos que no sean relativos a la edad.


2. ¿A tu juicio, qué papel ha jugado hasta el momento este Premio en el devenir de las letras nacionales?

En mi opinión, el Premio Sánchez se ha posicionado como uno de los más importantes que puede recibir un cuentista en Panamá, subalterno solamente al Premio Miró y al Premio Sinán. Cuentistas de alto calibre, incluyendo a ganadores del mismo Miró, lo han recibido alguna vez. El Sánchez resulta un hito especialmente importante para un cuentista joven, pues lo posiciona en el horizonte literario nacional y le ofrece cierto prestigio, que sirven de plataforma mientras el autor se perfecciona para alcanzar mayor calidad en las obras, más altas metas y nuevos galardones.


3. ¿Conoces la obra cuentística del autor bocatoreño cuyo nombre lleva el premio? Si es así, ¿qué méritos literarios le atribuyes?

Conozco muy poco: solamente el cuento “La muerte de Nicanor”. En él me parece interesante en el manejo de la ironía sobre el tema del machismo de nuestros campesinos, y graciosa la descripción del amor disparejo en aquel matrimonio. Conozco mejor la obra periodística de su hermano, Guillermo Sánchez Borbón, que firma en la literatura como Tristán Solarte, cuya valiente pluma catalizó la caída de la dictadura militar y el resurgimiento de la democracia en Panamá.


4. Háblanos un poco de los cuentos que integran la obra Cenizas de ángel con la que ganaste el Premio, y que la U.T.P. publicará en unos meses.

La colección incluye quince cuentos, escritos entre 1993 y 2005, con un amplio rango de temas y estilos. Lo considero la obra de un escritor joven, que todavía no ha alcanzado su voz propia, y que por ello experimenta a la sombra de los maestros del pasado. Pero es un paso en la dirección correcta. No tiene mayor unidad temática, más allá de ciertas metáforas recurrentes. En parte, fue un ejercicio de depuración literaria, tras decidirme a darle forma definitiva a cuentos que venía pariendo desde hace rato. Por otro lado, fue una oportunidad de jugar con formas líricas nuevas.


5. Eres ingeniero electromecánico egresado de la U.T.P., pero desde muy joven escribes cuentos y te gusta la fotografía y la música. Ya en 1993 publicaste tu primer libro, Cuando florece el macano, y después en 1996 diste a conocer Confesiones en el cautiverio, y en 2000 Cierra tus ojos (con la U.T.P.). Hasta el momento la ciencia y la tecnología no parecen ser temas importantes en tu obra. ¿Cómo contribuye tu formación científica a tu quehacer literario y qué aportan las humanidades y las artes al desarrollo de quien ya va en pos de un Doctorado altamente tecnológico?

Creo que la recurrencia de esta pregunta nace en la especialización que es característica de nuestra era. Antes, cuando el mundo era más sencillo y el conocimiento humano era más magro, no era difícil (aunque sí inusual) que alguien con algo en la barriga y en el cerebro se interesara por varias artes. En lo personal, tengo una razón de peso para ejercitar varias facetas: soy hiperactivo. Artes escritas, plásticas, musicales y técnicas se rotan en mi cerebro como las cámaras del barril de un revólver, para mantenerme ocupado y cuerdo. Actualmente me refugio en un tablero de ajedrez, como antes me entretuve en el piano con los preludios de Chopin. He aquí la respuesta:

La contribución de mi formación técnica a mis actividades literarias viene bajo la especie de disciplina y paciencia. Me siento escritor (y en momentos de arrogancia, artista) pero nunca bohemio. Soy hombre de una mujer; no tomo; no fumo. Aplico a la literatura el método iterativo de la ciencia: tras el chispazo de inspiración, procuro mantener la llama viva con paciencia y trabajo.

Y viceversa. La contribución de la literatura a mi desarrollo profesional llega en el solaz que me brinda el arte: refresco mi espíritu, y siento que hago contacto con algo superior, indefinible y eterno cuando encuentro en los versos de Bernárdez o en los compases de Brahms algo que la ciencia no puede encerrar en números: el aliento de lo infinito que se agita en el corazón humano.


6. ¿Has incursionado en otros géneros literarios o piensas hacerlo?

Ejercito la mano en artículos de opinión, los cuales no raras veces publican algunos diarios nacionales. Estoy dando los primeros pasos en la poesía. Aspiro a completar una novela corta antes de agotar mi cuarta década. Pero me siento más intrigado, identificado y comprometido con el cuento, género que – como el ajedrez – parece fácil a primera vista, pero requiere de extenso estudio, análisis y práctica para adquirir algo de maestría, para llevar la narrativa al nivel de arte.


7. ¿A qué autores nacionales e internacionales de ahora o de antes admiras y por qué?

Soy un lector corto y reacio. Leo poco y, por ende, soy muy selectivo. Los cuentos del terruño de Eustorgio Chong Ruiz me regalaron el primer contacto con la literatura, y por ello ocuparán siempre un lugar de honor en mi templo. De los autores panameños, hay cuentos de Rogelio Sinán y Pedro Rivera que me parecen impecables. He degustado narraciones de maestros internacionales como lo son Cervantes, Poe y Maupassant. Actualmente me encuentro secuestrado por la “estética de la inteligencia” de Borges, y por la sofisticación de Dickens.


8. ¿Cómo ves el momento actual de la literatura panameña?

Parafraseando a Dickens, es el mejor de los momentos y el peor de los momentos. Por un lado, las nuevas obras abundan, las oportunidades para publicar nunca han sido mejores y la actividad cultural parece bullir por doquier. Por otro lado, muchas de las publicaciones recientes dan la sensación de una prisa por imprimir la palabra antes de madurarla y pulirla, como si el objetivo fuera el libro y no la literatura. Hace falta más paciencia y afán de perfección en nuestros autores.


9. Algunas reflexiones sobre los logros y perspectivas de la Asociación de Escritores de Panamá, a cuya directiva perteneces.

La ADEP se encuentra actualmente en un buen momento. Logró lo que parecía imposible: convocar y llevar a buen puerto, a menos de un año de su fundación, un magnífico y concurrido Congreso de Escritoras y Escritores de Centroamérica. Este triunfo no es despreciable porque los escritores somos animales poco sociales y tendemos a coagularnos en grupejos aislados. Ahora la ADEP se dispone a repetir la hazaña, preparando en Panamá un Encuentro Nacional de Escritores para 2006. La membresía se mantiene sólida, y promete crecer con este nuevo evento.


10. ¿En general, qué te aporta la lectura de una buena obra literaria y, en ese sentido, qué le recomendarías a quienes no entienden para qué sirven este tipo de libros?

Yo creo que hay distintos niveles de sensibilidad en el espíritu humano. Hay quienes se emocionan con peleas de gallos; hay quienes se renuevan con sonetos de Shakespeare. La literatura no es para todo el mundo. Para mí, es el mundo. Mi vida sería distinta, incompleta, sin las obras de los genios de ayer. En ellas encuentro el antídoto a lo cotidiano, a la bajeza del animal humano, pues condensan lo más sublime y lo más alto que ha alcanzado el linaje de nuestras almas desterradas.


06/Feb/2006