Toyota y los insectos

Las escasas y monopolizadas televisoras de nuestro país presentan de vez en cuando algunos comerciales excelentes. Hay, en contrapeso, una sarta infinita de comerciales mediocres que inundan nuestras pantallas diariamente. Más de una vez he refrenado el ímpetu de mis dedos sobre el teclado, deseosos de alabar las cuatro buenas o criticar las mil malas que veo durante los breves instantes que me siento frente a un televisor. He decidido que no me daré a escribir sobre televisión o cine, pues ya hay quien lo haga. Así también, decidí no escribir sobre muertos, por muy buenos y virtuosos que hayan sido, pues siempre sobran plumas a la hora de tirar flores a los muertos. Aún no he violado esta segunda decisión, pero estoy a punto de violar la primera, pues hay una campaña publicitaria que me ha herido hondamente.

Se trata de la más reciente campaña publicitaria del Tercel '99 de Toyota. He visto los anuncios comerciales de esta campaña en el Diario La Prensa y en varios canales de televisión, y todas sus variantes han producido en mí el mismo escozor. Considero que la campaña entera está basada en una idea ofensiva, desde varios puntos de vista, y merece que se le censure por su estupidez concentrada. La fotografía de los anuncios es excelente, pero hay en ellos un error teórico y un patinazo moral que echan todo a perder.

Error teórico

Desde el punto de vista de la cinemática, la citada campaña es una estupidez. El concepto central es: "El nuevo y poderoso motor 1,500 c.c. del Tercel '99 pasa de 0 a 180... ¡insectos por segundo!". Hay graves errores que invalidan esta aseveración. La abreviatura de centímetros cúbicos no es c.c. sino cc a secas, sin puntos. Además, la afirmación es dimensionalmente incorrecta.

Para comparar la potencia de un automóvil deportivo con otro de forma inteligible por el público, se usa el criterio de la aceleración del auto partiendo del reposo. Se dice, por ejemplo, que tal automóvil pasa de 0 millas/hora a 100 millas/hora en 4.7 segundos. Esto es medir la aceleración promedio del motor en los primeros segundos de carrera a máxima capacidad. Para pasar de una velocidad inicial X (con dimensiones de distancia entre tiempo) a otra velocidad Y (con dimensiones de distancia entre tiempo) el auto requiere de un tiempo Z (con dimensión de tiempo). Resumiendo, se dice que pasa de tal distancia/tiempo a tal distancia/tiempo en tanto tiempo.

La gracia de la campaña de Toyota consiste en substituir las dimensiones convencionales por insectos. Sería una substitución válida desde el punto de vista cinemático si se le utilizara bien (que no es el caso). Supongamos que tenemos una carretera que tiene esparcidos un cierto número uniforme de insectos en cada unidad de longitud. Si así fuera, y si el diseño del automóvil es anticuado y poco aerodinámico, como el del nuevo Tercel '99 según pregonan los anuncios publicitarios de la propia compañía, los insectos se irán estrellando sistemáticamente contra el automóvil a un ritmo que será proporcional a la velocidad del vehículo, es decir la distancia entre el tiempo. Habrá una proporcionalidad entre la expresión en millas/hora y la expresión en insectos/segundo, pues una constante de insectos/millas las relacionaría. Y esta proporcionalidad podría usarse de forma válida para el citado método de la aceleración como expresión de la potencia de un motor. Pero hay un error.

El que ideó la campaña publicitaria de Toyota ignora los rudimentos de la cinemática (por ejemplo, los que se imparten en cuarto año de secundaria), pues se desgració en la gracia, y de paso echó a la basura la fortuna que la campaña le costó a Toyota. Habría tenido sentido decir: "El nuevo y poderoso motor 1,500 cc del Tercel '99 pasa de 0 insectos/segundo a 180 insectos/segundo en 3 segundos" ( o el tiempo que sea que le tome al Tercel despachurrar a los pobres bichos contra su perfil). Pero dijo la estupidez que cité arriba y que me niego a repetir por temor a que la ineptitud sea contagiosa.

Un profesional de la publicidad debe asesorarse con conocedores para evitar lanzar públicamente semejante idiotez. Sorprende también que ningún ingeniero de la Toyota haya dado la voz de alerta.

Patinazo moral

Cuando se trata de ser ingenioso, se corre el riesgo de caer en el ridículo. Cuando se trata de ser irónico, se corre el riesgo de ser ofensivo. La compañía Toyota intentó ser graciosa e irónica con su "nueva y poderosa" campaña publicitaria, y en el intento cayó en el ridículo y ofendió al pueblo panameño.

Ha caído en ridículo diciendo una cosa absurda que no tiene sentido para nadie. Y ha ofendido por su doble moral. En un ínfimo recuadro inferior de sus anuncios, la compañía coloca un logotipo que dice "Toyota cuida el medio ambiente panameño". Ya veo qué bien lo cuidan. Por eso es que nos queda solamente medio ambiente. Debe ser que los insectos que se estrellan contra el Tercel no son insectos panameños, sino japoneses, que vienen como una extra del carro (lo que no hace diferencia).

Recuerdo haber visto hace años un comercial excelente de un carro que, según recuerdo, era americano y que decía: "Si usted no nota la diferencia entre el nuevo diseño aerodinámico del Fulano (en verdad decía el modelo del auto, pero no lo recuerdo) y el diseño de la competencia, entonces definitivamente usted no es un insecto". A medida que decía esto, un flamante Fulano venía corriendo por una carretera de frente hacia un insecto, y al llegar a éste, el flujo del aire sobre la silueta aerodinámica del Fulano lo levantaba, y el auto pasaba sin hacer daño al insecto, que seguía volando feliz hasta que un auto de la competencia (¿Toyota?) venía por la misma carretera y en circunstancias iguales lo estrellaba contra el vidrio, con los consiguientes salpicones de substancia amarilla. Esa elegante manera de expresar que un diseño aerodinámico es un avance en la técnica automotriz en el que esa compañía se interesa, dista muchísimo del estilo cavernícola y retrógrado de la anti-ecológica "nueva y poderosa" campaña del Toyota Tercel, que presume del poder de su motor para matar insectos.

He matado muchísimos insectos con mi carro. Varias docenas de mariposas han encontrado el fin de sus hermosas vidas estrelladas contra mi vidrio. Incluso, he matado dos perros, dos pollos y un pajarito. Cada uno de estos asesinatos fue involuntario, y sufro con ellos; nunca ha sido por mi voluntad. Hace años aprendí a valorar la vida de todos los animales y plantas. Todo el que maneje sabe que estos accidentes suceden, y con mucha más frecuencia en el caso de los insectos. Es inevitable que los carros maten algunos insectos. Sería muy hermoso tener autos que fuesen como versiones sobre ruedas del místico avión de Shimoda, en Ilusiones de Richard Bach, pero por ahora no es posible.

Una cosa es matar involuntariamente a un animal mientras se maneja, y otra diferente es hacerlo para demostrar poder y luego presumir de haberlo hecho. "Mientras más insectos, ¡mejor!", parece pregonar el comercial, mostrando una falta de sensibilidad hacia la Naturaleza.

En resumen

Percibo la campaña de Toyota como defectuosa, mal formulada, y de pésimo gusto. Es una muestra más del resultado de mucho dinero y recursos invertidos en desarrollar una idea vacía. Es una vergüenza para la publicidad panameña, y un insulto para los panameños.

Roberto Pérez-Franco
15/Ago/1998