Será legal, pero...

Los indultos otorgados por Mireya Moscoso a los cuatro cubanos acusados de planear un ataque terrorista en suelo panameño podrán ser legales, pero son inmorales y por ende imperdonables: muchos panameños inocentes habrían muerto si el acto se hubiese consumado. Fidel Castro es un dictador, y no lo defiendo: tengo una botella de vino lista para celebrar el día que Cuba sea libre nuevamente. Sin embargo, el terrorismo no se justifica nunca como medio, sin importar la nobleza de los fines. Explotar una bomba en la Universidad de Panamá es un crimen contra la humanidad, sin importar que Castro, que es un monstruo, se cuente entre las víctimas.

A muchos sorprendió la manera expedita en que pudieron tres de los indultados ingresar a los Estados Unidos. Sus fronteras, desde hace tres años herméticas a causa del ataque a las torres gemelas, se volvieron sobremanera permeables para recibir a los indultados. A mí no me sorprendió: órdenes de alto nivel, de esas que lograron sacar a la familia Bin Laden en las horas posteriores al 11 de septiembre, igual lograrían meter tres terroristas anticastristas, aunque tengan cuentas pendientes con la justicia en otros países del continente.

De sus acciones se deduce el verdadero quilate del cacareado compromiso de ambos países en la lucha contra el terrorismo, y se aprecia que para sus gobernantes el terrorismo es algo relativo.

Además, la situación se manejó de manera turbia, dejando muchas preguntas pendientes. Si la Presidenta no tenía nada que ocultar, ¿por qué mintió al pueblo diciendo que no indultaría a los cubanos? Si los acusados eran inocentes, ¿por qué salieron de madrugada, en aviones privados, como si fuesen delincuentes protegidos de poderosos? Si Estados Unidos no presionó a Mireya para intercambiar indultos por visas, ¿por qué llamó Mireya al ex-embajador norteamericano en Panamá para reportarle que "ya" se había consumado el indulto?

El enanismo moral de Moscoso se confirma en otros indultos, los cuales incluyen a un homicida y a un banquero involucrado en un fraude. El colmo fue el indulto a Milanés de Lay, legisladora acusada de comprar votos, cuyo indulto "preventivo" (todavía no ha sido condenada) es una aberración. Así, Mireya sale de la Presidencia impregnada en el hedor de la corrupción y la falta de transparencia que le han caracterizado en estos cinco años de mediocre reinado.

Roberto Pérez-Franco
01/Sep/2004