La yegua muerta

En mi pueblo escuché una historia de un campesino que hacía trabajar a una yegua sin tregua, alimentándole pobremente. Cuando la yegua cayó muerta, el hombre corrió a ponerle en la boca una "chacará de mae" (una bolsa llena de maíz), obviamente sin efecto alguno. Por eso, para recordar que los remedios hay que aplicarlos a tiempo, dicen en mi pueblo: "Después de muerta la yegua, la chacará de mae".

Parafraseando este adagio, podríamos decir del partido Arnulfista: "Después de perdida la Presidencia, la obligatoriedad de las primarias". En una reunión del partido Arnulfista realizada la noche del lunes, un día después de su contundente derrota en las elecciones, la doblemente Presidenta (del partido y de la República) Mireya Moscoso abogó por la necesidad de cambios en el estatuto para asegurar la obligatoriedad de las elecciones primarias en todos los cargos de elección.

En mi opinión, este acto de contrición de la Presidenta sería enternecedor si no fuese porque llega demasiado tarde. Fue precisamente la administración Moscoso la que introdujo las reformas electorales que eliminaron la obligación de los partidos políticos de realizar elecciones primarias. Además, el estatuto del partido Arnulfista no es el problema, y Moscoso debe saberlo. Aún con el estatuto actual y las reformas electorales, el partido pudo haberse comprometido públicamente desde el inicio a realizar elecciones primarias para escoger a su candidato presidencial para el 2004. Si no lo hizo no fue por falta de obligatoriedad en el estatuto, sino por otra razón cuya relevancia desapareció a las cuatro de la tarde del 2 de mayo.

Esa otra razón, en mi opinión, fue que personas poderosas dentro del partido no querían darle la oportunidad a Alberto Vallarino de correr en las primarias, porque sabían que - si se la daban - Vallarino ganaría no sólo la candidatura del arnulfismo sino también las elecciones presidenciales. Baso mi opinión en el hecho de que, cuando Alberto Vallarino decidió - justificadamente - no correr para la Presidencia en el 2004, el partido Arnulfista, que hasta el momento seguía asegurando públicamente que probablemente escogería al candidato mediante decisión de los convencionales, se apresuró a anunciar que haría elecciones primarias.

Decía Cervantes que hay quien se quiebra dos ojos con tal que su enemigo se quiebre uno. Ahora que el partido Arnulfista ha visto que el tiro le salió por la culata, debe aprender de sus errores y preguntarse si valió la pena entregarle al PRD la Presidencia por cinco años con tal de negarle a Alberto Vallarino la oportunidad - de sobra merecida - de correr como candidato en su propio partido.

Roberto Pérez-Franco
05/May/2004

Este artículo fue publicado parcialmente en la sección Cartas del lector del diario La Prensa el 10 de mayo de 2004, bajo el título "Cambios tardíos".