Isla Galeta: en carne propia

Como lo denunció la organización ambientalista WWF hace una semana atrás, denuncia de la cual hicimos eco en este sitio el mismo día, el gobierno de Panamá está apoyando la iniciativa de Rusia para bloquear la creación de tres nuevas áreas marítimas especialmente sensibles (PSSA, por sus siglas en inglés) en la reunión que está llevando a cabo en estos precisos momentos en Londres la Organización Marítima Internacional (IMO). El propósito de esta iniciativa es brindar especial protección al mar Báltico, las Islas Galápagos y las Islas Canarias, contra derrames de petróleo.

En mi opinión, lo que todavía no ha entendido el gobierno panameño es que la protección ambiental nos conviene a todos, y que si no apoyamos esta causa nosotros mismos sufriremos las consecuencias. Como decimos en Panamá: "Al que escupe p'arriba le cae la saliva".

Irónicamente, la saliva nos ha caído en la cara aquí en Panamá en el mismo momento en que estamos en Londres escupiendo hacia arriba. Precisamente en este momento, cuando está la IMO reunida en Londres discutiendo la propuesta que Rusia, Panamá y Liberia desean bloquear, se ha dado un derrame de Bunker C en la costa caribe de Panamá que ha contaminado dos kilómetros de costa de la Isla Galeta. Al igual que las Islas Canarias y las Islas Galápagos, a cuya protección Panamá se opone en este momento, la Isla Galeta es hogar de múltiples especies de aves y de vida submarina que es necesario estudiar y proteger.

La limpieza de la Isla Galeta será lenta y costosa, aunque es de una magnitud mucho menor que los derrames del Prestige en la costa española en el 2002 y del Jessica en las Islas Galápagos hace tres años. Quisiera pensar que, al ver en nuestro propio país en esta situación lamentable, el gobierno de Panamá rectificará su posición y se decidirá de una vez por todas a proteger la naturaleza con valentía. La historia, sin embargo, me inclina a pensar lo contrario.

Roberto Pérez-Franco
31/Mar/2004

Este artículo fue publicado en la sección Cartas del lector del diario La Prensa el 12 de abril de 2004.