Ingeniería por la paz
Al salir el sol sobre su aldea, un niño afgano sale de su pequeña casa con una vasija para buscar agua en el riachuelo cercano. Se inca junto a la corriente y llena su vasija con el agua fresca y limpia que corre cantando entre las piedras. Se pone de pie y camina alegre, de regreso a su hogar. En el camino, pisa una mina terrestre, la cual estalla y lo mata, destrozando su piernecita.
¿Quién es responsable de la muerte de este niño inocente? La responsabilidad cabe adjudicársela a tres sectores. Los primeros responsables son los dirigentes políticos comandan estas naciones, pues fallaron en la misión de buscar una salida pacífica a los conflictos y decidieron seguir el camino de la guerra. Los segundos responsables son los militares de estas naciones, pues fallaron en la misión de mantener a los civiles fuera de las hostilidades, sembrando minas terrestres en áreas habitadas por inocentes. Los terceros responsables son los hombres de ciencia que desarrollaron estas minas terrestres, pues fallaron en la misión de utilizar su conocimiento únicamente para la paz y el desarrollo, y lo pusieron al servicio de la guerra. Los científicos, ingenieros y técnicos que trabajan para desarrollar armas y demás equipo bélico son también responsables por la sangre derramada en las guerras.
¿Cómo pudo haberse evitado la muerte de este niño? La única forma era haber evitado la guerra. Millones de niños alrededor del mundo han muerto víctimas de guerras, en campos de concentración, durante bombardeos aéreos a ciudades o como resultado de las minas terrestres y demás armas dejadas en los campos de batalla. Nadie hará volver a la vida a aquel niño afgano, o a ninguna otra de las pequeñas víctimas de la guerra. Sin embargo, podemos evitar que su historia se repita en el futuro, evitando futuras guerras. Dada la avanzada tecnología utilizada ahora en la creación de armas, cada día las guerras son más costosas en recursos materiales. Igualmente, como el poder destructivo en las nuevas armas es mayor, las guerras cobran más vidas humanas en menos tiempo. La tecnología bélica disponible en la actualidad no cambia el hecho de que todos resultamos perdedores.
¿Cómo pueden evitarse futuras guerras? Hay que romper al menos uno de los tres eslabones de la cadena de responsabilidad: políticos - militares - ingenieros. Como estudiantes de ingeniería que somos, podemos fácilmente romper el tercero de estos eslabones, negándonos a trabajar para la guerra. Si los ingenieros de todo el mundo nos negamos a producir armas y equipo bélico, los políticos y militares no podrán nunca desencadenar una guerra a gran escala, pues tendrán que batirse con los puños. La patria de un ingeniero es el mundo entero. La misión de un ingeniero es crear, no destruir. Y la única forma de crear es la paz.
Es mi convicción que ninguna guerra es santa ni traerá como resultado la paz. La guerra denigra al hombre y hace brotar lo peor del corazón humano, inhibiendo todo lo noble y bueno. Los ingenieros debemos utilizar nuestro conocimiento únicamente para la paz y el desarrollo sostenible de todos los pueblos de la tierra. ¿Suena utópico? Lo sé. Pero es necesario intentarlo.
Roberto Pérez-Franco
21/Mar/1999
Aparecido en un boletín estudiantil en la Facultad de Ingeniería Eléctrica de la Universidad Tecnológica de Panamá.