Deep Blue vs La Raza Humana
En mi opinión, tres eventos en este siglo pueden marcar el paso entre la Edad Contemporánea y la siguiente Edad. El primero, el estallido de la bomba atómica en Hiroshima en 1945. El segundo, la llegada del Neil Amstrong a la Luna en julio de 1969. Y el tercero, el triunfo de Deep Blue sobre Kasparov el mes pasado. La caída de Constantinopla ante los turcos no fue tan significativa como la caída de Kasparov ante Deep Blue...
Cuando Einstein y Oppenheimer idearon los primeros programas jugadores de ajedrez, en los ratos libres que les dejaba el diseño de la bomba atómica, el mejor fue un programa que no hacía jugadas ilegales y que vencía a los neófitos de los escaques. Pero hoy en día las cosas son diferentes.
Gary Kasparov escribía en 1986:
La posibilidad de usar las computadoras como especialistas de ajedrez no parece muy seria en el presente dado que ningún algoritmo del juego del ajedrez se ha encontrado y no hay ningún programa que pueda tratar de manera segura con complicaciones.
En ese tiempo no parecía seria la computación ajedrecística, pero ahora las computadoras no sólo son especialistas sino que han vencido ampliamente al campeón del mundo: el mismo Kasparov.
El humano se realiza superándose a sí mismo. El objetivo de la tecnología es revasar las limitaciones humanas. El ser humano es el que crea la tecnología. Así que los triunfos de la tecnología, son sus triunfos.
El humano es una máquina divina que puede rozar la perfección mediante disciplina y trabajo. Carl Lewis venció a un carro deportivo y a un caballo de hipódromo en una carrera de velocidad de 50 mts. Pero después de los 50 mts, fue superado. Los humanos ya no competimos corriendo contra los carros, pues hace mucho comprendimos que son más rápidos. Ahora competimos haciendo carros más rápidos y manejándolos en competencias.
En el ajedrez, el hombre se resignará a realizar campeonatos entre humanos para escoger al campeón humano; y campeonatos libres para escoger el verdadero campeón mundial ajedrecista, aunque el ganador no sea humano.
Antes de esa derrota, el humano se consideraba superado por sus máquinas en cualquier cosa que no fuera en su intuición y en sus sentimientos. Ya la intuición ajedrecística fue asimilada por la fuerza bruta de la tecnología. Ahora sólo restan los sentimientos...
¿Cómo se puede vencer a una máquina que piensa 200 millones de jugadas por segundo (Kasparov piensa 2 por segundo), que aprende de sus errores, que conoce todas las aperturas y que contiene archivos de un millón de partidos de campeones y maestros? Ni siquiera para el mejor jugador humano de todos los tiempos es posible hacerlo. (Admiro muchísimo a aquellos genios irrepetibles como Capablanca, Alekhine y todos los demás prodigios geniales del ajedrez. Pero con el perdón de todos ellos, debo confesar que a mi parecer el mejor jugador de ajedrez de todos los tiempos es Gary Kasparov. Entre los humanos, por supuesto.)
Personalmente, yo no he logrado ni siquiera hacerle tablas al viejísimo ChessMaster 2000 corriendo en una 386 de 33MHz y 4 MRAM y jugando en el modo más compasivo y piadoso.
Deep Blue derrota a Kasparov. ¿Quién venció: la máquina o el hombre? ¡Ambos! Esta máquina fue diseñada y construida por humanos para jugar un juego ideado por humanos, con aperturas desarrolladas y perfeccionadas por humanos, alimentada con partidos de humanos, y con el propósito de satisfacer el deseo humano de vencerse a sí mismo. En todo caso, el truinfo de Deep Blue sobre Kasparov no es sino el triunfo de la inteligencia del hombre sobre sí misma.
El consuelo que le queda al Campeón Mundial Humano de ajedrez es que, aunque Deep Blue lo supere en la estrategia, no lo vence en el amor. Así nos dice Gari Kasparov:
Yo amo el ajedrez. He estado enamorado de este juego por muchos años y este amor es para siempre.
Roberto Pérez-Franco
03/Jun/1997