Raúl Vásquez: de regreso a los orígenes

¿Cómo resumir en pocas palabras una personalidad tan vasta y una carrera tan intensa como la de Raúl Vásquez? Nacido el 6 de febrero de 1954 en la Heroica Villa de Los Santos, Raúl Vásquez Sáez es un pintor autodidacta. La base técnica de la pintura la obtiene a inicios de la década del '70 como estudiante del Profesor Juan Manuel Pérez Saavedra, profesor de pintura graduado en México. Viaja entonces a Florencia (Italia) a estudiar pintura, pero su espíritu artístico le hace rechazar la rigidez del clasicismo. Lo mismo sucede en México poco tiempo después, ya que los métodos académicos no satisfacían su necesidad expresiva. De ahí, vuelve a su tierra natal, y desarrolla en pocos años un estilo individual y evolutivo que le ha encumbrado merecidamente como uno de los maestros nacionales de la pintura.

Raúl Vásquez, como pintor profesional, tiene una trayectoria abrumadora, iniciada en 1983. Ganador del Premio Nacional de Pintura, ha representado a Panamá en las Bienales de Sao Paulo (Brasil), de Valparaíso (Chile), de Cuenca (Ecuador) y de México; fue Invitado de Honor en la II Bienal de Pintura Centroamericana y del Caribe, en Santo Domingo (República Dominicana), en cuyo Salón de Honor montó una exposición individual titulada El Agua Espiral. A nivel internacional ha realizado, entre individuales y colectivas, más de treinta exposiciones en trece paises tales como Estados Unidos, Japón, España, Portugal, Italia y México, y otros países de Centro y Suramérica. A nivel nacional ha participado en más de cincuenta exposiciones. El próximo 7 de junio, se realizará una exposición individual de sus obras en Miami. Varias obras suyas se exiben de manera permanente en museos de América y Europa. Cuatro obras suyas se han subastado en Sotheby's, la casa de subastas más famosa del mundo; y ha ilustrado varios libros y revistas dentro y fuera del país. Ha publicado dos libros de poesía, y brindado recitales y conferencias de arte en Escuelas de Arte de Panamá y Costa Rica.

La crítica artística le cataloga como el máximo exponente de la Escuela de Azuero, nombre que estos mismos críticos le han dado al movimiento de nuevos pintores azuerenses surgido hace unas décadas. Pero él prefiere no aceptar ninguna denominación en su arte ya que, como él asegura, las denominaciones imponen límites y restan libertad al artista y a la obra. Su estilo no encaja con exactitud en ninguna corriente o tendencia artística; mas tiene ciertos rasgos que lo vinculan con el primitivismo y con lo que se ha venido a llamar realismo mágico latinoamericano.

La textura tiene para Raúl Vásquez una relevancia principal en sus obras, y ha sido motivo de muchos de sus experimentos con materiales nuevos y métodos alternativos. "Busco la textura en todo", nos confiesa y nos cuenta una anéctoda que, probablemente, sea la que mejor describa su genio exuberante: hace un año, en su exposición individual en la II Bienal en Dominicana, había ciertas zonas en los muros de la galería donde no había cuadros colocados; así, con el debido permiso, trazó en ellos dibujos con tierra roja y cenizas, obteniendo impresionantes efectos de textura y color, frente a las ávidas cámaras fotográficas.

Incesantemente, Raúl Vásquez explora nuevas maneras de expresión. "Recorro las playas recogiendo trozos de madera y otros objetos, los cuales después tallo y pinto un poco, tratando de sacar a flote la vida interna del objeto, la vida interna que hay en todo". Esta sensibilidad - casi poética - se debe principalmente a su especial manera de ver el mundo, su filosofía de vida, el chamanismo, la cual declara que hay espíritus guardianes de toda vida y que hay vida en todas las cosas. Raúl Vásquez utiliza las fuerzas positivas del chamanismo como parte de su inspiración y de su acto creativo. Reconoce con orgullo que tiene profundas raíces en el arte prehispánico, e incluso en el arte rupestre, raíces que se ha encargado de explorar y expresar con su pincel. Hay en su vida y en su arte - pintura y escultura - una tendencia general de volver hacia los principios del hombre, a ir de regreso a los orígenes, a la escencia de la expresión, tratando de conseguir una combinación de la línea, el color y la textura en las figuras primarias que representa en sus cuadros. Es un gran conocedor y amante de la música, cuyo efecto mágico utiliza para pintar y relajarse.

Conversando un poco con él, en su taller de pintura, descubrimos su carisma y su invariable sencillez en el trato. "Un artista es un ente de motivaciones", nos dice. "El deber de un artista es sacar lo que piensa y siente de la manera más sincera consigo mismo". Para Raúl Vásquez, lo más importante no es agradar sino ser fiel a la propia expresión. "Siempre habrá gente que guste de tu obra y gente que no. Es cuestion de cada uno". Al interrogarle sobre cómo definiría el arte, nos aclara que pueden existir muchas definiciones racionales, filosóficas, etimológicas y linguísticas, pero que, personalmente, él definiría el arte como "un misterio que te hace conocer, ya que por medio del arte tú llegas a saber cosas de tí que ni siquiera imaginabas".

Libertad, osadía, soltura, sueños y magia: esto y mucho más es el arte de Raúl Vásquez. Al preguntarle, ¿quién es Raúl Vásquez Sáez?, nos responde serenamente: "Nadie. El hijo de Raúl y Elida. Aquí y donde sea Raúl Vásquez es un hombre sencillo. Donde yo vaya y donde mi obra vaya sigo siendo lo mismo". El que así habla es uno de los grandes pintores centroamericanos de nuestro tiempo.

Roberto Pérez-Franco
22/May/1996

Publicado en el semanario Azuero en 1996